Un fluido supercrítico es un estado de la materia que se encuentra a una temperatura y presión por encima de su punto crítico. En este estado, la sustancia exhibe propiedades intermedias entre un líquido y un gas, lo que lo hace útil en una variedad de aplicaciones industriales y científicas.
Las propiedades de un fluido supercrítico incluyen una alta densidad, baja viscosidad y difusividad, y una alta capacidad de disolución. Esto los hace útiles para la extracción de compuestos químicos, la síntesis de materiales, la limpieza de superficies, y la separación de mezclas, entre otras aplicaciones.
Algunos ejemplos de fluidos supercríticos comunes incluyen el dióxido de carbono (CO2), el agua (H2O), y algunos hidrocarburos como el metano (CH4) y el etano (C2H6). El dióxido de carbono supercrítico, por ejemplo, es ampliamente utilizado en la industria alimentaria para la extracción de aceites esenciales y la descafeinización del café, entre otras aplicaciones.
En resumen, los fluidos supercríticos son un estado de la materia con propiedades únicas que los hacen útiles en una variedad de aplicaciones industriales y científicas.
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